Poco a poco, y ahora sí, vamos recuperando la normalidad. Seguro que de forma precipitada y en muchos casos irresponsable, pero sin duda nos hemos dejado llevar por las ganas y el cansancio, la situación sanitaria, la falta de memoria y la mejoría del tiempo, que nos anima a recuperar, al menos en la calle, nuestra ansiada normalidad. Esperemos que, esta vez sí, sea la definitiva.
A una semana de finalizar el mes de mayo, el campo se encuentra ligeramente adelantado, y en el cereal en particular y con toda la prudencia del mundo, podemos decir que no van mal las cosas; si no se tuercen mucho tendremos una buena cosecha. Queda muy poco, pero como siempre será el tiempo, el atmosférico, el determinante para el buen cierre de la campaña.
Con los cultivos de regadío en marcha, ahora cabe la vigilancia y la previsión de adelantarse a las plagas y enfermedades, cuya incidencia puede causarnos serios problemas. Es momento de los profesionales, de los técnicos y prescriptores, cuya pericia y experiencia siempre es más que recurrente para conseguir el mejor resultado.
Es lo que corresponde a un sector tan profesional como este, y lo que confirma que la industria agroalimentaria ha llegado a ser lo que es gracias sobre todo a vuestro trabajo.
Por eso molestan las situaciones injustas, especialmente aquellas que nos parecen evitables. Sube el precio de las materias primas en una situación que beneficia a algunos, claro que sí, pero en gran medida es consecuencia de movimientos especulativos que nos perjudicarán más adelante. Y qué decir de los ganaderos, que ven multiplicados sus costes de producción sin poder repercutirlos en el precio de la leche.
Mientras tanto, los cultivos forrajeros, que habían hallado en la exportación una vía hacia su crecimiento, frenan en seco por las decisiones que adoptan las navieras.
Mención aparte merece la gestión del lobo, ese depredador que en los últimos años ha visto cómo aumentaba su población en nuestra comunidad. Pese a ello, dentro de poco pasará a ser una especie especialmente protegida, excluida de la caza, si no logramos remediarlo. Otra vuelta de tuerca.
Bendita normalidad, si es que ha llegado. Por eso un año más nos hemos encomendado a san Isidro, nuestro patrón, que aunque no hayamos podido celebrarlo como corresponde y es tradición, no olvidamos su protección y amparo.
Este texto corresponde al editorial de CAMPO 87, que salió a la calle el domingo 23 de mayo
