Llega al mes de marzo, y para no perder la costumbre, miramos al cielo pendientes de tomar decisiones para las siembras de primavera. Pero por desgracia no estamos ante un año más. Venimos de un invierno tremendamente seco y nos asomamos a una primavera en la que, al menos hasta ahora, nada apunta a que vaya a cambiar el panorama.
Hay sequía en España y sequía en Sudamérica, además de un conflicto de imprevisibles consecuencias entre Rusia y Ucrania. Es el campo de juego en el que nos toca vivir y trabajar. Tomar decisiones que serán vitales para nuestra economía, la de cada uno, y para el conjunto del país. Un escenario que nos ha venido impuesto. Pero todo ello no nos puede llevar a olvidar que es mucho lo que las administraciones pueden hacer para aliviar la situación del agricultor.
Los innumerables anuncios de reformas y contrarreformas de la Ley de la Cadena Alimentaria no dan solución a los problemas reales. Es el camino, seguro que sí, pero de seguir así, más de uno quedará apartado del sector. No hay tiempo y los gastos no dan tregua. Semilla, abono, gasóleo, luz… son una soga que muchos tienen anudada desde ya mismo.
Basta ya de echarnos las culpas unos a otros, el Gobierno tiene que buscar soluciones reales, cuantificables e inmediatas. Ya no valen las promesas. La situación se ha vuelto insostenible.
Hay que sentarse a negociar. Se me ocurre, por dar ideas, empezar por reducir la descomunal carga impositiva que sobrecarga la factura energética, reducir la factura del gasóleo, bonificaciones o exenciones de IRPF y Seguridad Social, etc. Digo yo, aunque “doctores tiene la Santa Madre Iglesia”.
El campo está más que harto y anuncia un marzo de movilizaciones. El día 2 en Zamora, el 4 en Valladolid y el 9 en Segovia. Estas concentraciones servirán para calentar motores ante la gran cita del 20 de marzo en Madrid, bajo el eslogan ‘El campo despierta’.
Es una ocasión para que se escuche la voz del profesional. Porque hay amenazas inevitables, pero otras se pueden afrontar si, de una vez por todas, el conjunto de la sociedad y las administraciones conocen y reconocen quiénes somos y cuál es nuestra función: producir alimentos de calidad. Generar riqueza a partir de los recursos que nos da la naturaleza, que son el agua, el sol y el suelo de nuestras fincas. Eso sí, en este negocio tenemos que ganar todos.
¡Mucha fuerza y mucha suerte!
Este texto se publicó como editorial de CAMPO el domingo 27 de febrero
