Los golpes de calor de mayo y junio le han salido caros al cereal. Los cultivos han perdido “toneladas” de producción, pero quizá más por las temperaturas mínimas que por las máximas.
José Ángel Cortijo, de Fertiberia, recuerda que muchas mañanas las temperaturas estaban cercanas a los 23 grados, lo que resulta muy difícil incluso en julio y agosto.
Esto ha sido determinante para una merma en la producción, aunque todo depende de en qué fase del ciclo se encontrara la planta. En amplias zonas de Zamora, Salamanca y Ávila se estaba llenando el grano, mientras que en comarcas del norte de Burgos y Palencia aún se estaba en fase de polinización, apunta Cortijo.
Con carácter general se puede decir que han sufrido más los ‘hijos’ de la planta, que van un poco por detrás en desarrollo y que son los que garantizan las grandes producciones.
El cereal que peor lo ha pasado “es el de suelos más ligeros y el de aquellas parcelas en las que no se ha realizado un adecuado abonado de fondo”, puesto que la planta ha experimentado menos desarrollo radicular, “con una menor capacidad para enfrentarse a situaciones de estrés”, subraya Cortijo.
Cultivos de primavera
Respecto a los cultivos de primavera, Cortijo tiene la sensación de que este año “va todo muy rápido”. Otros años, a principios de junio se estaba sembrando maíz en Castilla y León, mientras que en esta ocasión todo está sembrado y nacido, y empezando a realizar las coberteras.
“Se nota en otros cultivos de primavera, quizá con la excepción de la patata, que se ha sembrado de forma escalonada y que va más en su ciclo”, apunta Cortijo.
