En Villalpando (Zamora) ha plantado pistacheros y, además tiene alfalfa, girasol y cebada en sus dos hectáreas propias y otras parcelas que lleva en alquiler. Tiene un trabajo de fija discontinua que solo puede hacer cuatro meses al año. Su marido trabaja siempre a jornada partida. Con dos hijos y su horario, las limitaciones para buscar cualquier otro empleo en la empresa privada son muchas. “Animada y ayudada por mis hermanos y mi madre, y con el apoyo de mi marido, comencé esta andadura… Me llamó la atención el auge del pistacho en España, y después de estudiarlo, me decidí a plantarlo”, explica Carolina Fernández.
Tuvo que ir varias veces a la oficina de Unión de Campesinos para saber bien toda la documentación que tenía que presentar, facturas, requisitos… “La verdad es que no habría podido solicitar la subvención sin su ayuda, no es fácil”, agradece.
“Después de presentar el proyecto que piensas realizar, tienes varias entrevistas para que te concedan un pequeño porcentaje de la subvención una vez que vean que ya has iniciado el proyecto y que ya hayas hecho ciertas inversiones que, por supuesto, tienen coste… Durante este mes, quiero presentar toda la documentación que me requieren para que me puedan conceder la totalidad de la subvención, pero, hasta este momento
Hace más de tres años que inició los trámites. “Los gastos que he tenido han sido muy elevados, y mi mayor inversión, los pistachos, todavía no han entrado en producción porque tardan unos cinco o siete años”, señala
Fernández recalca que en este tiempo ha tenido muchos más gastos que ingresos, “aunque ha sido todo un cambio en mi vida”. “El campo da mucho trabajo, pero estoy contenta de haber comenzado esta nueva etapa”, se congratula. Su visión es a medio y largo plazo.
“El dinero de la subvención debería llegar antes porque, yo al menos, he tenido muchos gastos e inversión económica, y si no fuera por los préstamos familiares y bancarios no habría sido posible”, se queja.
