La llegada del maíz acaba con las subidas de trigo y cebada, y nos trae de vuelta la añorada estabilidad. Ambos cereales pierden tres euros por tonelada en la Lonja de Salamanca
La volatilidad y la especulación siguen dominando el panorama en el ámbito mundial. Los fondos de inversión, en cuanto ven una veta alcista, se agarran a ella con fuerza para tratar de romper máximos. En España hay sectores en claro riesgo, como el ganadero, afectado por un incremento en el precio de las materias primas y por una caída en el consumo.
La principal demandante de cereal, la industria harinera y de piensos, tomó posiciones en su día y tiene cubiertas sus necesidades hasta comienzos de 2022. Para lo que sucede a partir de enero, se calcula que un 30% de la demanda está cubierto, lo que significa que aún hay mercancía por vender.
La escalada en los precios del cereal se ha detenido, con un elemento que presiona y hace de dique de contención respecto al resto de materias primas. Es el maíz, que se está cosechando en España al mismo tiempo que llega desde Brasil y desde el Mar Negro. Se encuentra a poco más de 270 euros en los puertos españoles para el periodo de enero a junio. Esta presencia hace que otros cereales, fundamentalmente la cebada, queden descolocados dentro de los productos de interés para las fábricas.
Otro elemento determinante para el comportamiento de los mercados exteriores es la apreciación del dólar. Las compras a EEUU serán más caras y las exportaciones, más sencillas. En cualquier caso, los niveles de precio que han alcanzado los cereales son adecuados para frenar la especulación; para que cunda la estabilidad como valor positivo para todos los que operamos en el mercado.
Con todo, hay otro fenómeno para la incertidumbre. A nivel mundial la logística está menos agarrotada y los fletes empiezan a ceder: hay más disponibilidad de barcos. Otra cosa son los problemas de transporte que se registran en la península ibérica, sobre todo en relación con las grandes distancias por carretera.
Precisamente, la cosecha francesa de maíz presiona por el noreste, pero su influencia no llega hasta el interior por esa escasez de camiones.
