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miércoles, mayo 8, 2024
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“El pistacho no es una alternativa: es una realidad”

Castilla y León ha triplicado la superficie de pistacho en tres años, hasta acercarse a las 1.900 hectáreas. El cultivo ofrece rentabilidad al agricultor, pero hay que acercarse a él con realismo: es mejor pensar en un cultivo con muchos factores limitantes que hablar de ‘oro verde’

Amelia Pastor, gerente de la cooperativa Piñonsol, impulsa desde 2020 el acuerdo de colaboración con Acor y Naturduero. Piñonsol es la entidad encargada de comercializar el pistacho, siempre desde la óptica de apostar por las cooperativas y por los socios de esas entidades. Se trata de una labor basada en el conocimiento del sector, fruto de muchos años de trabajo conjunto.

“Nuestro propósito es aprovechar esa experiencia acumulada para ponerla a disposición del productor, cerrar el círculo y revertir en el agricultor aquella información que nos ofrece el mercado; desde normativa hasta preferencias del consumidor”, apunta Pastor.

También en términos de sanidad o de aplicar un sistema de calidad que Piñonsol ya implantó hace años para su producto principal, que no es otro que el piñón procedente del ‘pinus pinea’, también llamado pino piñonero o pino albar.

Y es que toda ayuda es poca para sacar adelante un cultivo “que tiene un enorme potencial, sí, pero que es muy exigente y requiere hacer bien las cosas” tanto en el campo como en el proceso de transformación y comercialización.

Para Pastor, el argumento de venta, tanto para el pistacho como para el piñón, es la calidad, “porque en España no tenemos grandes producciones, pero tenemos calidad y es por lo que apostamos”. Y siempre desde el modelo cooperativo, ya que “cada uno de nosotros es muy pequeño dentro de un mundo muy grande; por eso tendremos más posibilidades si trabajamos juntos”. Es la forma de enfrentarse a algunos defectos del carácter local, como el individualismo y un espíritu comercial menos marcado que en otras zonas.

Adrián Jiménez, agricultor de El Carpio y técnico de Acor, apunta que el acuerdo entre cooperativas mantiene la hoja de ruta establecida hace tres años “y está permitiendo que se vayan sumando hectáreas”, tanto de socios que se animan a diversificar a través del pistacho como de productores que optan por integrarse en la cooperativa.

Acor aporta su masa social y el asesoramiento de sus técnicos, dentro de un marco cada día más profesional. Se consolida una alternativa al secano basada en la rentabilidad, “y también en el caso del regadío, puesto que me puedo inclinar por un pistacho en intensivo, con una rentabilidad elevada”, según Jiménez.

El crecimiento del cultivo se ha frenado algo en los dos últimos años como consecuencia de la pandemia, “pero es posible que algunos indecisos se animen a dar el paso cuando las hectáreas ya plantadas empiecen a dar sus frutos”, apunta Jiménez.

La entrada en producción de un árbol suele tardar entre cuatro y seis años, en función del suelo y el clima. El pistacho da la máxima producción en torno al décimo año aunque ese plazo depende de las condiciones de la parcela y del manejo que haga el agricultor.

¿Y el plazo de amortización? Como sucede siempre que se aborda el terreno de la contabilidad, “ese plazo depende mucho de qué capítulos consideremos como inversiones, pero si lo incluimos todo -desde los insumos y el trabajo del propio agricultor hasta el coste de oportunidad que supone estar varios años sin cultivar esa tierra- podemos estar hablando de entre diez y doce años”. Con todos los matices posibles, puesto que hay que tener en cuenta factores como si estamos hablando de secano -con menos gastos, pero con menor potencial- o de regadío.

Para el técnico de Acor, se habla de pistacho como una alternativa, “pero hay que decir que se trata más bien de una realidad para aquellos que ya lo cultivan desde hace años”.

¿Pecaron de exceso de optimismo los periodistas que hablaron de ‘oro verde’? Quizá sea una exageración, puesto que estamos hablando de una producción con una carga de trabajo importante y con unos precios que pueden ser volubles, “ya que nos movemos dentro de un sector muy joven, en el que oferta y demanda no están estructuradas”, señala.

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