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jueves, abril 18, 2024
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El precio del azúcar da un respiro a la remolacha, que baja hectáreas allí donde hay menos reserva de agua

La economía se sitúa en un periodo de elevada inflación, y también de miedo, con gobiernos que cierran fronteras a la exportación. Mucho azúcar de caña se desvía a la producción de bioetanol y el precio internacional sigue escalando posiciones

Si hay un agricultor que mira con lupa su estructura de gastos, ese es sin duda el remolachero. Este año con más razón, dados los precios de la energía, los fitosanitarios y los fertilizantes.

Óscar Olivar, del Servicio Agronómico de Acor, apunta que las siembras de remolacha se han escalonado, en contraste con lo que pasó en 2021, cuando se concentraron en 15 días. Las zonas que riegan con agua de canal, y que dependen de que les concedan el agua, han sido las más tardías.

Las heladas de principios de abril afectaron a unas 2.200 hectáreas de socios de la cooperativa, aunque solo ha sido necesario resembrar mil. El coste de la semilla para resiembra se ha repartido entre las marcas y la propia cooperativa, para que el socio no tuviera que asumirlo.

Todo esfuerzo es poco para apoyar un cultivo que ya tiene suficientes problemas. Acor no dispone de cifras oficiales de lo sembrado, pero se da por descontado que la superficie disminuirá. Sobre todo en la zona del Pisuerga y el bajo Duero.

La lectura positiva que cabe hacer es que el cultivo alternativo será el girasol, que entra dentro de las rotaciones de la cooperativa. “En años como este tiene especial sentido la política de diversificación de cultivos de Acor”, recalca Olivares.

Salomé Santos, directora agrícola de Azucarera, se felicita por las últimas lluvias, que han permitido que los problemas de agua hayan desaparecido de casi todas las zonas productoras. Aunque también es cierto que este año hay que pelear contra el coste de la energía y los fertilizantes, y contra la presión de los cultivos alternativos.

Pese a todo, la compañía espera crecer en las áreas de influencia de sus tres fábricas.
En conjunto esa subida podría ser de 1.000 hectáreas, hasta las 10.200, “aunque seguimos trabajando para superar esa cifra”, señala.

La economía está en un periodo de elevada inflación, y también de mucho miedo, con gobiernos que cierran fronteras a la exportación para retener elementos esenciales para su población, como el azúcar.

El resultado es que el precio internacional sigue escalando posiciones, a lo que contribuye el que mucho azúcar de caña se desvíe a la producción de bioetanol. Otro efecto del elevado precio de las fuentes de energía.

En este contexto, “la mejor estrategia es ser capaz de adaptarse incluso a escenarios que poco antes eran imprevisibles”, apunta la responsable de Azucarera.

Luis Alberto Nebreda, presidente de la Comunidad de Regantes del Canal de Pisuerga, apunta que hace una década se sembraban 1.400 hectáreas de remolacha en la zona. El año pasado fueron 400 hectáreas y este año no pasarán de 50, dada la acumulación de inconvenientes.

“Hay que entender al regante porque a nadie le gusta la incertidumbre, y este año la decisión es blanco y en botella”, señala en relación con el girasol y con un cereal “que debemos defender porque en esta zona las producciones son buenas”.

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