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jueves, abril 25, 2024
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La pandemia no impide la evolución al alza de la producción ecológica en Castilla y León

El cierre de la hostelería y la suspensión de ferias ha reducido el consumo de estos productos, pero el número de operadores ‘eco’ no dejó de crecer en 2020. Expertos e industria destacan que el productor “dispone de suficientes herramientas para trabajar”

La agricultura ecológica no ha detenido su escalada durante el año del coronavirus y el número de solicitudes para operar dentro de esta forma de trabajo ha seguido creciendo. A falta de cifras oficiales, merece la pena recordar que hace justo un año Castilla y León alcanzaba las 59.783 hectáreas certificadas, con un incremento del 18%.

Zamora y Valladolid, con 14.470 y 12.175 hectáreas, se mantenían como las provincias con mayor superficie certificada. Por cultivos, Zamora lidera la mayor superficie dedicada a cereales (3.814 hectáreas), Valladolid concentra la mayor superficie de viñedo (3.610 hectáreas), Salamanca destaca por la superficie dedicada a olivo (109 hectáreas), Soria lidera la superficie de aromáticas y medicinales (109 hectáreas), Burgos posee la mayor superficie de pastos (2.737 hectáreas) y Ávila concentra la mayor de tubérculos (49 hectáreas).

Al mismo tiempo, el número de explotaciones ganaderas ecológicas aumentaba hasta las 134, creciendo un 25% con respecto al año anterior y las instalaciones dedicadas a la transformación de productos ecológicos alcanzaban las 351, con un aumento de casi el 16% .

¿Cómo afecta la pandemia a estas producciones?

Como siempre, una de las claves está en la demanda y desde la compañía Certis se apunta que la pandemia no ha frenado la tendencia al alza en el consumo de estos productos. Ello se atribuye a la concienciación social, pero sobre todo “a las medidas del Pacto Verde Europeo que está impulsando este cambio de modelo”. “Es un camino que no tendrá vuelta atrás; la conciencia verde ha venido para quedarse. Ahora solo queda mejorar el retorno hacia el productor”, recalcan.

Por su parte Juan Luis Fradejas, profesor del Área de Ingeniería Agroambiental de INEA, se declara optimista y recuerda que, si bien los alimentos ecológicos a veces son un poco más caros que los convencionales, el consumidor convencido sigue apostando por estos productos, ya que “valora el trato directo con el productor, sabe cómo produce” y valora que los productos no lleven ningún tratamiento sintético.

En cualquier caso, las ventas han disminuido por el cierre de la hostelería y, sobre todo, por la no celebración de ferias ecológicas, en las que algunos productores realizan muchas ventas.

¿Qué es lo que frena al productor que no se decide a pasar a ecológico?

“Se puede intuir que el miedo a lo nuevo, el riesgo de adaptar el manejo de las fincas a nuevas exigencias y la incertidumbre sobre cómo va a responder el mercado hace que los agricultores sean reticentes a dar el paso”, señalan desde la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural. Sin embargo, “muchos operadores que llevan tiempo trabajando en ecológico reconocen que fue la mejor decisión tomada, por lo que no se plantean de ninguna manera volver al manejo en convencional de sus fincas”, apuntan.

Desde Certis se añade que la producción ecológica “presenta unos retos en cuanto a control de plagas y enfermedades que requiere una técnica a la que hay que adaptarse”. De este modo, “pasar del uso de materias activas de síntesis química al uso de productos biorracionales puede resultar complejo”, si bien “se ha demostrado que es posible producir con elevados estándares de calidad”. Para la compañía, “el agricultor lo que necesita son armas que le den la seguridad para mantener su cultivo sano tanto sea ‘eco’ como convencional”. Además merece “un plus de reconocimiento”, ya que esta forma de trabajar “les obliga a ser más profesionales y a mejorar su posición de control sobre el cultivo”.

Para Juan Luis Fradejas, pueden funcionar como inconvenientes “la incertidumbre de tener un contrato agroambiental o no, el que se cumplan los pagos en plazo, el saber gestionar los trámites administrativos y de certificación, la vergüenza a que vean tus parcelas los primeros años ‘diferentes’ al resto, el saber comercializar, el tener paciencia a la hora de sembrar (si sembramos demasiado pronto a veces ya hemos fracasado para todo el año), el saber gestionar de otra forma los cultivos y el ganado…”.

¿Posee el agricultor suficientes herramientas desde el punto de vista sanitario?

En producción ecológica el agricultor cuenta con menos herramientas que en convencional para hacer frente a las posibles plagas o enfermedades, por lo que uno de los principios de este sistema productivo es el de manejar la finca de forma preventiva, de modo que le permita evitar o adelantarse a los posibles inconvenientes.

“Un operador ecológico ha de conocer de primera mano el estado del suelo en el que trabaja y las condiciones en las que se encuentra el cultivo. Al final, si el suelo se mantiene en las condiciones adecuadas de fertilidad y el cultivo está sano y fuerte, va a ser más fácil manejar cualquier adversidad y mantener unos rendimientos más constantes”, subrayan desde la consejería.

Al mismo tiempo, desde Certis se señala que, cada vez más, las empresas proporcionan herramientas fitosanitarias con certificado ecológico para que el agricultor disponga de productos con garantías para mantener su cultivo sano. En este segmento, la agricultura española “se está desarrollando muy rápido” en los últimos años con el empleo de productos biorracionales “y el uso de insectos auxiliares que garantizan la sanidad del cultivo y la sostenibilidad de las producciones”.

Desde INEA, Fradejas destaca que hoy en día “tenemos muchas herramientas y muchas empresas que nos aportan cada año productos nuevos certificados para los problemas que se nos puedan plantear”. De hecho, “hemos pasado de no conocer apenas ningún producto a tener un amplio abanico de posibilidades para una nutrición adecuada, desarrollo vegetativo, sanidad vegetal y conservación de productos”, apunta.

También la mecanización agrícola juega un papel importante. “El hacer escardas mecánicas es una solución que nos ayuda mucho, y aquí se ha avanzado bastante con distintos sistemas de púas, soles, tratamientos con fuego, electrificación…”, subraya el investigador.

¿Es lo ‘eco’ una buena opción para los cultivos leñosos?

Benjamín Crespo, de Agromillora, destaca que los frutos secos se van consolidando como alternativa a los cultivos tradicionales, tanto por razones agronómicas como de economía. Es una tendencia que se incrementa cuando hablamos de producción ecológica ya que, sin ir más lejos, la almendra convencional se paga hoy a 3,5 euros, mientras que la ecológica cotiza a ocho euros. ¿La razón? Existe un consumidor que lo paga y, sobre todo, se trata de un sector al margen de los movimientos especulativos.

Para Crespo, la producción ecológica es una opción que se debe tener muy en cuenta en aquellas zonas, como Castilla y León, donde no hay una excesiva presión de fitosanitarios y donde existen unas condiciones ambientales idóneas. “Una humedad no muy alta y unas temperaturas muy bajas en invierno representan unas circunstancias excepcionales para lo ecológico”, subraya.

La rentabilidad ha sido, precisamente, la palanca que ha ido llevando al agricultor a modificar su mentalidad. “Se va dando cuenta de que el almendro puede ser diez veces más rentable que un cereal de regadío”. En el caso de la almendra ecológica, la tendencia al alza se mantiene, tanto en demanda como en precio.

Para Crespo, “un cereal de riego puede dejar un beneficio de entre 400 y 500 euros por hectárea, mientras que el almendro en seto, a los precios actuales, se pueden obtener 4.000 euros netos”. En producción ecológica ese beneficio puede ser del doble.

¿Qué cuestiones tiene pendientes el sector para que lo ‘eco’ se pueda situar en una situación similar a la de otros países?

“En general nos queda mucho camino por aprender, pero en la parte agronómica y de comercialización se está avanzando mucho. Estamos demostrando que podemos y sabemos producir en estos sistemas pero faltan más apoyos y percibimos que se demanda formación”, recalca Juan Luis Fradejas.

“Las ayudas agroambientales que tenemos están muy bien y tienen que existir para que un agricultor o ganadero apueste por este sistema. Al principio, cuando estás en periodo de conversión, no es fácil producir, y no es fácil ser rentable porque son años de transición en los que los suelos no están adaptados y nos dan una respuesta de baja producción”, destaca.

“Otro aspecto que no se entiende es que estas ayudas a veces están mal diseñadas, puesto que una vez que tienes un contrato agroambiental en vigor no puedes incrementarlo en número de hectáreas si tienes esa posibilidad, teniendo que esperar a que finalice el primer contrato firmado”.

Lógicamente, se puede ampliar la explotación ecológica, “pero las hectáreasque se amplíen no cobrarán ayuda y eso hace que muchos productores, si pueden, no se planteen crecer hasta nueva orden”, matiza.

Ayudas a lo ‘eco’

“Ojalá las ayudas no existieran para ningún productor ecológico”, señala el profesor de INEA, “pero sin ellas el producto final sería inalcanzable económicamente para el consumidor (igual que sucede en el convencional) y en el sentido ecológico hay que verlas como un premio: un premio para el que produce en consonancia con el medio ambiente y que no contribuye a la contaminación porque no utiliza ningún producto que así lo pueda hacer”, defiende.

En cuanto al tamaño de las producciones, “hay que valorar que el coste energético del producto final ecológico es mucho menor, ya que para producir no utilizamos fertilizantes de síntesis ni tampoco herbicidas, insecticidas ni fungicidas. Nos basamos en producir a base de incrementar la actividad microbiana, cuidándolo al máximo y moviendo el suelo lo menos posible para tener un cultivo sano de adventicias, con unas rotaciones y cultivos asociados adecuados”.

Ganadería ecológica

Una de las asignaturas pendientes en España reside en la puesta en marcha de ganaderías ecológicas. “Se tiene que ayudar a los ganaderos para que se pongan en marcha granjas de producción en este sistema. Son granjas más pequeñas que pueden dar trabajo a muchas explotaciones familiares que generan empleo en zonas rurales, y además proporcionan abonos orgánicos que los agricultores ecológicos pueden aplicar”, subraya Juan Luis Fradejas.

Y es que un punto negativo que tienen los agricultores en la actualidad es la fertilización. “No disponemos en general de estiércoles de granjas ecológicas, y no hay muchas ganaderías convencionales extensivas que dispongan de enmiendas orgánicas para aplicar”, advierte el investigador.

La paradoja española

Desde Certis se destaca la paradoja de que el consumo de productos ecológicos en España no se corresponde con los datos de producción, ya que, a pesar de ser el país europeo con mayor superficie ecológica certificada, no es donde hay mayor consumo. El gasto per cápita ha crecido un 11% en el último año, pasando de 42 a 46,6 euros, aunque todavía muy alejado de la media de los grandes consumidores.
En valor absoluto, el consumo de productos ecológicos en España ha aumentado un 16,4% en el mismo periodo. Desde 2012 ese crecimiento ha sido del 96%.

“Podemos concluir que quizá este consumo tan bajo sea debido a cuestiones culturales o por falta de información o promoción, pero parece claro que será cuestión de tiempo que el consumo en España se sitúe a los mismos niveles que en otros países europeos”, recalcan desde Certis.

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