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jueves, marzo 28, 2024
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La patata para industria mantendrá su superficie en Castilla y León

Nadie sabe cuánto puede caer la superficie de patata en un año de costes disparados, y con el recuerdo de un 2021 en el que mucho producto quedó sin recoger. Las únicas certezas son una cierta preferencia del agricultor hacia las variedades para lavado y una industria que deberá asumir parte del incremento de costes si desea mantener los lazos con el productor.

El director de Meijer, Javier Boceta, apunta a un retraso generalizado en la campaña de la patata, con un agricultor que se está pensando mucho cada pedido de semilla.

En Sevilla ha caído la superficie de cultivo, aunque afectará sobre todo a la patata para exportación y a la de industria. De hecho, prevé que en Andalucía haya menos patata para industria, ya que el sector transformador se niega a reflejar en los contratos el fuerte incremento de los costes de producción.

Esa industria sabe que tiene una alternativa de compra en Francia, algo que ya no existirá cuando la campaña de arranque llegue a Castilla y León. Por eso lo previsible es que los fabricantes de snacks se vean obligados a mejorar los precios que ofrecen al agricultor. “Como consecuencia, lo lógico es que ese tipo de patata mantenga su superficie en Castilla y León”, apunta Boceta.

El modelo de la patata de industria

Guillermo Holgado preside la cooperativa Indycons, que obtiene 100% patata de industria y que entrega toda su producción a la compañía Pepsico. Esta patata se dirige a las fábricas que la compañía tiene en Burgos y en Carregado, cerca de Lisboa.

En el momento de cosechar una parte se lava y se envía a fábrica, mientras que la otra parte se almacena en instalaciones propias. Son naves con tecnología de refrigeración, que permiten conservar la patata desde septiembre hasta marzo. Tienen capacidad para conservar cerca de 15.000 toneladas.

El precio que recibe el agricultor es fijo. Se establece en el contrato que se suscribe antes de las siembras, de modo que las oscilaciones en el mercado no afectan al agricultor ni a la cooperativa. Holgado subraya que Pepsico, además, es “una empresa seria” que no rechaza patata con la excusa de la mala calidad. “Ha sucedido muy pocas veces que haya rechazado un camión, y ha estado justificado”.

La relación con esta empresa transformadora nació por las circunstancias, con unos suelos en la zona que no suele dar calidad para lavado, y con unos agricultores que se veían sometidos a la falta de seriedad de algunos operadores. Ahora la patata para industria de Indycons es un cultivo rentable para el agricultor. Incluso en algunas explotaciones llega a ser el cultivo más rentable. En localidades como Ataquines (Valladolid) se dan producciones muy elevadas, de ahí que sea tan atractivo económicamente.

Sin parcelas para rotar

El único problema agronómico de esta patata es la necesidad de rotar, con unos agricultores que tienden a ampliar la superficie de cultivo, pero se acaban quedando sin parcelas disponibles. Holgado recomienda rotaciones de más de cinco años, ya que por debajo de ese plazo se producen diferentes inconvenientes, como una patata que aguanta verde menos tiempo. En la campaña pasada la cooperativa abarcaba casi 350 hectáreas, repartidas por la Moraña y las comarcas sur y oeste de la provincia de Valladolid.

Para este año han comenzado las conversaciones con la industria, pero pesan mucho unos costes de producción que se han elevado de forma exagerada, con un incremento de hasta los 1.500 euros por hectárea, en función del coste de riego de cada explotación. Para la cooperativa, el objetivo es que el precio que reciba el agricultor este año pueda compensar ese incremento.

Sin especular con la patata

Ángel Alonso, responsable del departamento Agrario de PepsiCo Iberia, destaca la política de máxima estabilidad de la compañía, que procesa más de 160.000 toneladas de patata al año. Vende su producción en la península, y también en Francia e Italia.

Este volumen de trabajo hace que la empresa no tenga una gestión especulativa de la materia prima, ya que no se puede comprometer el suministro a las fábricas. Se contrata el 100% del producto, con contratos por escrito. El agricultor debe cumplir unos volúmenes, unos estándares de calidad y unas fechas de entrega.

Antes se trabajaba con agricultores individuales, pero en la actualidad solo se trabaja a través de cooperativas y almacenistas. Esta forma de agruparse en sociedades ha permitido al agricultor hacer frente a los costes de producción, y también a los de conservación del tubérculo.

La campaña de arranque se inicia en mayo en el sur de España y Portugal, llega en verano a Castilla y León, que es la mayor zona productora, y posteriormente se extiende por La Rioja y el País Vasco. En Francia se adquiere la patata solo entre los meses de marzo y mayo.  “Potenciamos al máximo la producción local, lo que además contribuye a nuestros objetivos de sostenibilidad”, subraya Alonso.

Su modelo se basa en una gestión de proveedores basada en la estabilidad; muchos de ellos trabajan con Pepsico desde hace más de veinte años.

Conservar la patata

La planta de Burgos absorbe más de 500 toneladas de patata al día. La campaña de 2021 ha sido de elevadas producciones, pero la compañía ha cumplido sus compromisos en materia de volúmenes.  Los proveedores de Pepsico cuentan con capacidad para almacenar en torno a 65.000 toneladas.

Habitualmente es en noviembre cuando se empieza a hablar de contratar con vista a la campaña de siembras.

En caso de Udapa

Alfonso Sáenz de Cámara, director de Udapa, destaca la incertidumbre que vive el mercado español, con una primera parte del año que seguirá marcado por la Covid, mientras algunas voces apuntan que el segundo semestre será mejor. Al mismo tiempo, “trabajamos muy condicionados por el coste de los insumos y del transporte, con una situación que mucho me temo que no es pasajera”.

Es un año “con más incertidumbres que certezas: vemos que los costes se nos incrementan entre el 20 y el 25%, mientras que conseguir que el precio de venta al público suba se nos antoja complicado”.

Aún hoy hay patata de Álava entrando en los supermercados. “Sí importamos, pero más tarde que otros”, recalca. Udapa trabaja casi siempre con patata para lavado, pero está impulsando una nueva entidad, GUpat, para implantarse en nuevas zonas y dar una salida a la patata española ante las mayores exigencias de la patata para lavado. “Empezaremos con patatas con aptitud para industria”.

Trabajan para que el agricultor les sea fieles, pero con reciprocidad, “para conseguir un sector serio y fiable”. Para generar esa confianza es por lo que hace contratos de tres años con los agricultores, de modo que puedan acometer las inversiones que consideren necesarias.

En la pasada campaña han comprado 67.000 toneladas de patata, con un objetivo “que no es crecer por crecer, sino mejorar”. Por eso apuestan por la quinta gama de alimentación, de modo que pueden valorizar una patata una patata que tiene calidad culinaria, “aunque no tenga apariencia”.

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