Las lluvias de marzo y abril han obligado a una siembra escalonada de patata. Las variedades más tempranas se plantaron entre febrero y mediados de marzo, cuando llegó el agua, y el resto se fue sembrando después.
Cambia mucho el panorama respecto al año pasado, cuando todo el trabajo se hizo en tres semanas, recuerda Yolanda Medina, presidenta de la Interprofesional de la Patata. A día de hoy solo quedan por sembrar algunas zonas de las provincias más tardías, a las que se suma Segovia.
¿Cuánto descenderá la superficie? Esa es la gran pregunta y Yolanda Medina se fija en la patata de siembra holandesa, de la que han llegado 2.000 toneladas menos.
También descienden las ventas de semilla española, mientras que no hay cifras de la francesa. De forma global, se puede estimar una bajada de entre el 5 y el 10%, “bastante lejos del descalabro que se anunciaba hace unos meses, sobre todo gracias al empujón de abril”.
Por variedades, se habla de que las tempranas aumentan superficie y la agria mantiene, de modo que el descenso fuerte puede estar en la patata para lavado. Hay pesadumbre en relación con los criterios de ‘lavabilidad’ que establecen las superficies comerciales, que el año pasado fueron un quebradero de cabeza para muchos.
Según Medina, una de las tareas urgentes del sector está en convencer al consumidor de que una patata de piel oscura conserva todas sus propiedades y que la apariencia debe pesar menos en las decisiones de compra. Ya sucedió con el plátano o el tomate, y es de justicia que algún día le llegue el turno a la patata.
Interagro de Patatas ha acabado la plantación el 21 de abril, puesto que trabaja en zonas no tardías, como el sur de Valladolid, el entorno de Toro o la zona de Cantalapiedra (Salamanca). La compañía ha sumado cerca de 500 hectáreas, algo menos que el año pasado porque muchos agricultores han decidido reducir la superficie. Afecta el incremento de costes y el recuerdo del año pasado, según Emiliano Marcos.
