Ricardo Ortega
La lluvia caída desde mediados de octubre ha cambiado el escenario agrícola de Castilla y León, con un trigo casi sembrado en su totalidad y unos agricultores que siguen tratando de rematar la cebada.
Hay humedad en el suelo y nieve en el norte de la comunidad, sobre todo en la montaña leonesa, lo que sitúa a las producciones en la línea de salida. Será una carrera larga hasta abril y mayo, cuando se define el año, pero ahora mismo se dan los mimbres para estar ante un buen año.
En provincias como Zamora o Valladolid han caído más de 120 litros de media, mientras en territorios como Salamanca esa cantidad ha sido mayor.
Más hacia el Este, en Burgos, Segovia o Soria, las precipitaciones han sido menores. Pero en todo caso se trata de un agua que va a permitir una buena nascencia, y que permitirá trabajar allí donde aún no se ha podido entrar.
Lo que está claro es que las lluvias han cambiado la planificación que se habían hecho muchos productores. Muchos han superado cierto pesimismo en relación con el cereal gracias a un agua llegada a tiempo y a la previsión de que los buenos precios tengan una continuidad.
Hace falta que se termine de sembrar, lo que sucederá en las dos próximas semanas, y que el frío nos lleve a la parada invernal, algo que necesita la propia planta.
Los dados están echados.
