Ricardo Ortega
La situación de sequía se ve algo matizada en las zonas más frescas, como el norte de Valladolid, Palencia y Burgos, donde si lloviera de forma relevante la producción podría llegar a ser normal. Pero cada vez queda menos tiempo.
Hay factores para la preocupación, como los 26 grados centígrados alcanzados en abril o los más de cien días que muchas zonas productoras han estado casi sin agua.
En el vallisoletano valle del Esgueva también aguanta mejor el cereal más tardío, con una planta que aún no se ha desarrollado. Tiene buen aspecto, pero necesitará agua si quiere dar producción.
El agricultor Alberto Duque apunta que el cereal tiene buena presencia a simple vista. Y el problema no es solo la sequía. En la zona se han registrado heladas de 7 y 8 grados bajo cero, que han afectado sobre todo a las cebadas más tardías. Algunos trigos de regadío están feos porque la hoja bandera está también afectada por las heladas. Habrá que esperar a ver cómo evolucionan.
Regando la cebada y el guisante
En la comarca abulense de la Moraña, Luis Corona empezó a regar a mediados de abril la colza, la cebada y el guisante, aunque en algunos casos los había sembrado como secano: “Aprovechamos aquello que queda en el área del pívot”.
El cereal está “mirando al cielo con la boca abierta”, muy necesitado de agua. Los suelos arcillosos vuelven a demostrar que aguantan mejor, mientras que los terrenos más “ardientes”, arenosos, ni se cosecharán.
El fin de semana del 23 de abril cayeron 8 litros, “que le vinieron muy bien al secano”. Pero con el contrapunto de que los días siguientes hubo temperaturas “más propias de julio”.
Recordando… 1992
Corona se remonta a 1992 para recordar el peor periodo de sequía. “En aquel año las empresas de servicios no facturábamos por hectáreas, sino por horas trabajadas porque el agricultor te iba señalando los corros que merecía la pena cosechar”, recuerda. “Pues este año puede ser peor, con gastos muy elevados y casi sin producción”.
Se felicita de tener contratado el seguro de rendimientos, pero sin perder de vista que “tampoco es que te paguen el cereal a precio de mercado”. El problema está, en su opinión, “en que el daño que sufres debe ser una exageración, no te pagan como lo haría un comprador y los rendimientos por hectárea, que se te imponen, no están actualizados”.
