El sector del cereal tiene muchos retos que afrontar, porque siempre puede estar sometido a amenazas, desde la competencia de otras zonas productoras hasta los cambios en los gustos del consumidor.
Algo de luz se ha arrojado sobre ello en una nueva edición de los Encuentros Agroprofesionales organizados por CAMPO CyL junto a Vitartis y el Banco Santander. En esta ocasión el escenario escogido era el Parador de Lerma, mientras la localidad burgalesa se preparaba para su feria de maquinaria.
Soraya Mayo, responsable de investigación de Itacyl, destacaba que el cereal es el primer cultivo en el que se centraron las labores de investigación de la entidad.
En los campos de ensayo de este instituto dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural se apuesta por variedades autóctonas, que ofrezcan calidad a la industria.
Uno de los objetivos es que esas variedades analizadas, y que en muchas ocasiones se pondrán a disposición del sector, sean resistentes a las enfermedades más presentes en Castilla y León, “lo que constituye uno de los grandes retos del sector para los próximos años”, apunta la investigadora Nieves Aparicio.
Itacyl también ensaya variedades ecológicas adecuadas para los suelos y el clima de Castilla y León, con lo que el productor estará en condiciones de atender una creciente demanda de estos alimentos, como han dejado claro las responsables de la entidad.
El encuentro de Lerma ha servido para analizar las diferentes estrategias que siguen empresas y cooperativas para salvaguardar el valor añadido de las producciones. También para garantizar la rentabilidad de las explotaciones.
Roberto Martín, responsable de Cereales y Oleaginosas de Grupo AN en Castilla y León, defendía que comercializar el cereal a lo largo del año es la solución frente a las tensiones generadas en los precios: “Es la fórmula que seguimos para dar seguridad al socio de nuestras cooperativas”.
Para él, “la forma de generar valor añadido es ser capaces de obtener productos diferentes”, pero para conseguirlo “es necesaria una mayor unidad en el sector”.
Para el gerente de la cooperativa Bureba Ebro, Ignacio Santamaría, “tenemos la suerte de poder controlar la producción y las variedades empleadas, para poder aportar valor añadido a nuestros socios”.
Esto se manifiesta de forma especial en los campos de ensayo que se desarrollan en diferentes puntos de su zona de actuación, en el noreste de la provincia de Burgos, “donde adquirimos unos conocimientos que después trasladamos a los agricultores”.
“Somos una cooperativa y lo importante son los agricultores, pero no podemos olvidar que somos empresas y que como tal debemos ser competitivos”, advierte Santamaría, para quien uno de los papeles de sociedades como la suya es la de eslabón entre el productor y el mercado. “Entre nuestras funciones está que los socios estén informados”, subraya.
De cómo sea la producción cada año, en cantidad y en calidad, dependen compañías como La Flor Burgalesa. Ángel Juan Pérez apunta que su empresa emplea harina común.
Las más específicas se destinan a productos nuevos, como en el caso de la harina de espelta, “que debemos buscar en mercados más alejados de nuestro entorno”. De hecho, “apostamos por la especialización de nuestro producto porque las referencias de mayor valor añadido son las que nos permiten acceder a nuevos nichos de mercado”.
Por parte de Galletas Angulo, Javier Angulo reconoce que “siempre hemos tenido problemas en los cambios de trigo”, y en ese sentido “las harineras están haciendo un gran esfuerzo”.
En cuanto a la actitud de los consumidores, “en la actualidad nos encontramos ante un cambio de ciclo, puesto que antes se buscaban productos nuevos, de mayor valor añadido, y ahora se presta algo más de atención al precio”, recalca.
En la situación actual se respira una incertidumbre importante, sobre todo por los costes de producción. El responsable de Galletas Angulo aboga por conseguir un marco de estabilidad “dentro de la horquilla razonable”, ya que en la coyuntura actual “podría suceder que cayera alguno de los eslabones, y si cae uno caerá la cadena entera”, advierte.
Una cadena que es “demasiado larga” para Esteban Fernández, consejero de Molendum Ingredients, por lo que “debemos acostumbrarnos al consumo de productos locales”.
“Estamos dando una vuelta al sistema alimentario y aquí y, de este modo, la proteína vegetal va a desempeñar un papel determinante”, apunta el empresario, para quien “vamos hacia unos años de grandes oportunidades”. Como ejemplo, destaca que en Castilla y León “somos capaces de producir cereales para alimentación infantil”.
Ve la botella medio vacía el agricultor Eufrasio Adrián, que denuncia “abandono” del medio rural. Como medidas beneficiosas para los productores, defiende “establecer una mesa de diálogo, para que toda la información que afecta al sector llegue a la base de la cadena”.
También propone crear una “marca propia” que impulse al productor, y reclama que se desarrollen campos de ensayo en la comarca del Arlanza, además de potenciar con más énfasis la Feria de Lerma, que todos los años se celebra en torno al 1 de mayo. También destaca que la producción ecológica es “una gran oportunidad” para el agricultor.
Como broche a la jornada, Javier Martín, director territorial del Banco Santander, destacaba la importancia de los Encuentros Agroprofesionales “para que todos los eslabones de la cadena se mantengan conectados”. También se llevaba apuntada la propuesta de buscar la calidad mediante la puesta en marcha de de marcas comunes que impulsen al sector.
Una buena propuesta para analizar en futuras ediciones de los Encuentros Agroprofesionales.
