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sábado, abril 20, 2024
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Los ganaderos de leche exigen “responsabilidad” a la industria

“Los consumidores han de saber que para comer tendrán que pagar el precio real de lo que llega a sus mesas”

El sector del vacuno de leche vive estos días una paradoja incomprensible. Las industrias lácteas han salido al campo con una de las ofertas a la baja más agresivas que se recuerdan. Esas ofertas a la baja, de entre cuatro y nueve céntimos, suponen llevar, de nuevo, al terreno de las pérdidas a las poco más de 10.000 ganaderos que todavía se mantienen en activo en nuestro país.

Francisco Fernández, Agaprol

La irresponsable y paradójica actitud de las industrias viene marcada por las presiones de la distribución y del Gobierno, que quieren que a toda costa, y caiga quien caiga, se moderen los precios de la cesta de la compra. Esa visión cortoplacista de bajada de precios provocará en el medio plazo no sólo un incremento brutal del precio que finalmente pagarán los consumidores, sino que pondrá en serio riesgo la soberanía alimentaria de un país que ya de por si es deficitario en más de 2,5 millones de toneladas de productos lácteos al año.

Los argumentos de la industria para bajar el precio en España están tan alejados de la realidad que ellos mismos saben que, de llegar a imponer las bajadas, habrá problemas de abastecimiento una vez pasado el verano. Esos problemas de abastecimiento vendrán dados por el cierre masivo de explotaciones ganaderas que dejarán en una mera anécdota los 84 cierres sufridos durante el último año en Castilla y León donde ya sólo quedan 766 explotaciones o lo los 725 abandonos a nivel nacional que han dejado el censo en 10.523 explotaciones.

Leche más cara

La leche en España está efectivamente más cara que en Europa pero lo está por primer vez en décadas. Esa es la referencia que ahora algunos pretenden utilizar para bajar el precio después de haberse pasado años y años haciendo caso omiso a que nuestros colegas en el resto del continente cobraban entre 5 y 8 céntimos más por litro.

Esa subida, además, se produjo en el último trimestre de 2022 y el primero de 2023 pero nadie quiere acordarse de que la media del año pasado todavía fue 4,5 céntimos inferior a la europea. Lo que entonces no valía para subir precios no debiera valer ahora para bajarlos.

El consumo de alimentos evidentemente ha bajado en el actual escenario de inflación. Los consumidores reducen sus cestas de la compra pero todos los estudios confirman que hay productos como los lácteos que por su condición de esenciales sufren escasas alteraciones en cuanto al volumen de compra realizados por las familias.

Unas familias que, por cierto, han sido engañadas durante décadas con los precios falseados de un producto como es la leche. En España la leche solo ha subido en los lineales a un precio que se aproxima al real desde hace seis meses. Hasta el cuarto trimestre de 2022 en España la leche era utilizada como producto reclamo de las grandes superficies e increíblemente mantuvo su precio durante 30 años en el entorno de los 59 céntimos.

El problema no es que ahora la leche sea cara a 90 céntimos sino que antes su precio era irreal. Los responsables de eso no fueron los ganaderos y bien estaría que las diferentes administraciones dijeran por qué permitieron que industria y distribución se saltaran a la torera todas esas leyes que imprimen en el BOE pero que luego no hacen cumplir.

La situación de precios realistas vivida en el sector durante los últimos meses fue fruto de la negociación de las diferentes organizaciones de productores lácteos que, como Agaprol, consiguieron hacer ver a las industrias y a la distribución que de no sacar a los ganaderos de los números rojos se podrían producir problemas de abastecimiento. Aun así, en el otoño de 2022 se vieron algunos problemas de aprovisionamiento en los lineales que ahora se pueden repetir de forma mucho más severa.

El desabastecimiento tendrá que ver con el cierre forzado de explotaciones ante la falta de rentabilidad y la falta de relevo generacional pero, sin duda, 2023 y 2024 estarán marcados por la falta de forrajes con que alimentar a los animales. Esa falta de forrajes es ya una realidad y es fruto de la brutal sequía que afecta a toda España y al resto del mundo. Si el año pasado las cosas se pusieron difíciles con la guerra de Ucrania lo de este año puede ser demoledor.

Manifestación

Los consumidores han de saber que para comer tendrán que pagar el precio real de lo que llega a sus mesas. La distribución no deberá temer a las manifestaciones de los ganaderos a las puertas de sus establecimientos sino a las imágenes de sus clientes arrasando y dejando vacías las estanterías de productos lácteos porque no tendrán nada que vender.

La industria ya no podrá seguir cuadrando sus cuentas a costa de arañar céntimos a los ganaderos porque estos, simplemente, no estarán y ellos también tendrán que cerrar sus fábricas ante la falta de materia prima. El Gobierno, por su parte, ya no se preocupará de bajar a costa de quien sea la tasa de inflación sino de aguantar los cierres de más granjas, los despidos en las industrias lácteas y de unos ciudadanos que no podrán dar un vaso de leche a sus hijos para desayunar. La cosa es bien sencilla.

El sector necesita estabilidad y para eso necesita ser rentable. Se acabaron los tiempos de exprimir a los ganaderos porque los que quedan y los que quedarán en el futuro saben que ser ganadero de vacuno de leche es una profesión tan dura que para continuar en ella o las cosas están claras o muchos echarán el cierre.

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