Ricardo Ortega
Las cuentas ya no le salen al agricultor como antes, con unos gastos disparados y una producción mayor de lo esperado, pero que puede no ser suficiente para alcanzar la rentabilidad.
José Antonio Turrado, secretario general de Asaja Castilla y León, señala que el panorama ha cambiado de forma radical. Hasta hace apenas un año se podían calcular en una media de 550 euros los gastos de un agricultor para una hectárea de cereal.
En ese cálculo se incluía “absolutamente todo”, desde la semilla y el fertilizante hasta las horas de trabajo del agricultor, la renta de la finca o la amortización de la maquinaria.
Pero esas cuentas han saltado por los aires y no ha habido tiempo para hacerlas con el debido rigor.
“La alternativa no puede ser no sembrar”
El agricultor es cada día más profesional y hace mejor sus cuentas; la gente piensa mucho cada paso que da, “aunque todos tenemos claro que la alternativa no puede ser no sembrar”.
El sector se la juega cada vez que sale el sol y las dificultades actuales son enormes, pero el gran reto va a estar en la campaña que viene. Por eso Turrado apunta que muchos profesionales se pueden inclinar por ir ampliando la superficie de cultivos sencillos, menos exigentes, como la veza o el guisante. “Rotan bien con el cereal y suponen menos gasto en fertilizante y gasóleo”, señala.
Incluso puede crecer la colza si el tiempo es el adecuado, o girasol si este año deja buen sabor de boca, “pero lo que parece claro es que cada vez habrá un poco menos de cereal”.
También es previsible que regrese la práctica del barbecho, que reduce gastos y que prácticamente garantiza tener un buen año en la campaña siguiente.
En algunos pueblos se dice que, en un periodo de seis años, dejando un barbecho se obtiene el equivalente de siete cosechas. “El barbecho es una práctica que estaba en desuso, pero es posible que se renueve”, apunta el responsable de Asaja, “sobre todo teniendo en cuenta que los precios del cereal ya no están en esos máximos históricos que hemos conocido este año”.