El Consejo Rector de Acor decide este lunes, 10 de octubre, la fecha de inicio de la campaña de molturación. Lo más probable es que se empiece en la tercera semana de octubre, entre los días 18 y 20. Ello supondría un retraso de más de 15 días con respecto a otros años.
Los técnicos de la cooperativa han tomado muestras de remolacha en diferentes puntos de Castilla y León para compararlas con las tomadas en agosto. También se analizan en relación con el histórico de los últimos cinco años.
Han constatado que la raíz ha ganado peso desde agosto y, en menor medida, también polarización. Ambos parámetros están ligeramente por encima de la media de los últimos cinco años.
La mejora en la raíz se ha producido, sobre todo, por el descenso importante de las temperaturas, después de un agosto marcado por los golpes de calor.
Son unos buenos datos que han sorprendido a los responsables de la cooperativa, quienes esperan una media de cien toneladas de remolacha tipo por hectárea. Es una previsión “conservadora”, que obedece a las semanas de “sufrimiento” que ha padecido la planta durante el verano.
De hecho, uno de los análisis realizados sí ha ofrecido resultados por debajo del histórico, que es el de la pureza de jugo.
Acor espera obtener en torno a 700.000 toneladas de remolacha tipo. Es la consecuencia de una menor superficie de cultivo, derivada de la escasez de agua, y de las heladas de principios de abril, que obligaron a resembrar 1.022 hectáreas.
¿Resembrar o continuar?
Esas 1.022 hectáreas corresponden aproximadamente a la mitad de lo que se vio afectado por las heladas. La decisión de resembrar una parcela o no hacerlo se tomó por cada agricultor después de analizar la situación junto a los técnicos de la cooperativa.
Por debajo de las 60.000 plantas por hectárea se considera que esa resiembra es una opción conveniente. Pero con diferentes matizaciones, como la altura del año en que nos encontremos. En el caso de 2022, las heladas fueron a principios de abril, de modo que volver a sembrar equivalía a una siembra bastante tardía.
De este modo, aquellos agricultores que tenían en torno a 50.000 plantas por hectárea, siempre que estuvieran bien repartidas, pudieron tomar la decisión de seguir adelante con lo sembrado.
