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sábado, abril 20, 2024
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¿Será este año peor que 2022?

Se contempla una situación “muy complicada” para el secano, mientras en el regadío la situación cambia en función de la zona

Luis Alberto Nebreda, presidente de la Comunidad de Regantes del Canal del Pisuerga, destaca los problemas a los que se enfrenta este año el agricultor. “El año pasado había una perspectiva general de que sería un mal año y se ajustaron las siembras a esa previsión, pero este año la situación ha sido la contraria, con buenos datos de agua caída en diciembre y enero, incluso con algo de nieve”, recuerda.

Esa situación, añadida a unos precios atractivos en los mercados, animó a las siembras. Llegado el mes de mayo la sensación es de preocupación, ya que el agricultor ha tenido que regar desde principios de abril, de modo que las decisiones que adoptó el regante se pueden ver comprometidas en caso de que no llueva. “Una campaña de riego que comienza el 1 de abril puede ser tremendamente larga”, advierte.

Los datos de agua embalsada también han sido engañosos, puesto que en abril la cifra puede estar por encima de la del año pasado en las mismas fechas, “pero lo importante no es eso, sino cómo está a 15 de mayo. En 2022 había más de 180 hectómetros cúbicos, pero este año estaremos peor. Ese es el dato que importa”.

Víctor López, de la compañía Paralcampo, contempla una situación “muy complicada” para el secano, mientras en el regadío la situación cambia en función de la zona. Allí donde hay menor disponibilidad de agua se dan casos de agricultores que han dejado sin sembrar áreas en las que tienen instalado un pívot, “con lo que eso significa de amortización de las inversiones”.

“Quedan cuatro días”

José María Santos, de Urcacyl, apunta que el cereal “está muy bonito” en las zonas más al norte, “pero le quedan cuatro días si no llueve ya”.

En muchos casos la planta no va a crecer más y no ha ahijado lo suficiente, quizá con la contrapartida de que la planta aprovechará mejor el fertilizante y podría dar un grano más gordo. Si llueve.

Pesan mucho las altas temperaturas y el fuerte viento, que contribuye a secar los suelos. Incluso en determinadas zonas se ha solicitado poder segar en verde, “pero es que la planta no ha crecido y no va valer ni para forraje”, lamenta.

“Estamos en un momento crítico, pero si lloviera tendríamos cosecha”, resume.

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