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viernes, marzo 29, 2024
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Un esfuerzo innovador que también se refleja en la sanidad del viñedo

La sanidad es una de las cuestiones que preocupan por igual a viticultores y científicos, y la gestión integrada de plagas y enfermedades es una de las grandes tareas a las que debe enfrentarse el responsable del viñedo.

El conocimiento de esas amenazas, así como de las estrategias de lucha que pueden considerarse en cada caso, constituye la herramienta fundamental con la que abordar esa gestión integrada. Así se apunta en el informe elaborado por dos técnicos del área de Plagas de Itacyl (Constantino Caminero y María del Carmen García Ariza) y tres del departamento de Cultivos Leñosos y Hortícolas (Enrique Barajas, David Ruano y José Antonio Rubio).

El Observatorio de plagas y enfermedades agrícolas de Itacyl aporta un apoyo a los profesionales agrícolas mediante la provisión de información útil para sus procesos de toma de decisión en materia de sanidad vegetal. Dicho apoyo, entre otros contenidos, está disponible en forma de emisión de avisos de incidencia de plagas y enfermedades en Castilla y León, o a través de una serie de fichas descriptivas de los patógenos de mayor importancia.

Dentro de estas enfermedades, quizá las más problemáticas sean las enfermedades de la madera que, si bien su incidencia en Castilla y León en cuanto a cepas afectadas no es demasiado elevada, en torno al 3%, sí es más preocupante el hecho de que se detectan plantas enfermas en más del 50% de las parcelas.

Estas enfermedades están asociadas a un complejo fúngico en el que el número de especies presentes puede ser elevado (desde verdaderos patógenos a hongos saprofitos u otros con función aparentemente precursora de la enfermedad). Estos pueden convivir e interactuar en una misma planta, siendo en cada caso muy variable el espectro del complejo.

Entre las enfermedades de madera que afectan al viñedo joven encontramos la enfermedad de Petri (Phaeomoniella chlamydospora y Phaeoacremonium spp.), el pie negro (Dactylonectria torresensis y otros hongos) o los decaimientos por Botryosphaeria también conocido como brazo negro muerto. En los viñedos adultos destacan la yesca (causada principalmente por Fomitiporia mediterranea y Stereum hirsutum), la eutipiosis (Eutypa lata y otros hongos de la familia Diatrypaceae) y de nuevo los ya citados decaimientos por especies de la familia Botryosphaeriaceae.

Las medidas preventivas de lucha contra las enfermedades de la madera pasan por la utilización de material vegetal sano en nuevas plantaciones o en las reposiciones, evitando las situaciones de estrés para la planta y el forzado excesivo para la entrada en producción durante los primeros años. Ante la identificación de plantas con síntomas en verano, éstas se deben marcar para mantener una mayor vigilancia de su evolución, tener consideración especial en la poda o, en su caso, para proceder a su arranque en invierno.

Oídio

Otra enfermedad fúngica es el oídio (Uncinula necator). Ataca a todos los órganos verdes de la vid, fundamentalmente los brotes, sarmientos y racimos, aunque existen diferencias varietales en cuanto a la sensibilidad. Hiberna en las yemas, sarmientos, corteza y restos en el suelo en forma de micelio o estructuras de resistencia. Su desarrollo se establece en un rango de temperatura entre 5 y 35ºC, aunque sus condiciones ideales están entre 20 y 27ºC y humedad relativa entre 40 y 100%, siendo favorecido por las lluvias no demasiado copiosas.

La sintomatología inicial típica se expresa en las hojas, tanto en el haz como en el envés, mediante manchas de un polvillo blanco o ceniciento, en zonas u ocupando toda la superficie. Muy característico de esta enfermedad es que ese polvillo se desprende con facilidad al pasar el dedo por encima. Posteriormente, en los brotes y sarmientos aparecerán manchas difusas de color verde oscuro, que van creciendo y adquiriendo tonos hasta negruzcos más oscuros según aumenta la lignificación.

Botritis

Botrytis cinérea es un hongo patógeno de carácter polífago que afecta a un gran número de especies vegetales, incluyendo al viñedo. Sus efectos sobre la uva pueden ser variados: puede dar lugar a la podredumbre gris, la cual hace que disminuya la calidad de la uva; o a la podredumbre noble, que la aumenta. Las diferencias entre estas podredumbres radican en las condiciones de desarrollo del propio hongo. Así, la podredumbre gris se da en condiciones climáticas húmedas que no permiten una rápida deshidratación de la baya. Por su parte, la podredumbre noble aparece en microclimas de mañanas con nieblas seguidas de calor diurno, en suelos bien drenados: bajo estas condiciones el desarrollo del hongo en uva madura ocurre sin modificación de la estructura de la baya, generando una mayor concentración de azúcares muy deseable para ciertos tipos de vino.

La podredumbre gris, si bien puede afectar a otros órganos de la vid (inflorescencias, hojas, pámpanos), se suele expresar en los racimos en las proximidades de la maduración, siendo los ataques más graves en zonas húmedas o cuando la época de vendimia resulta lluviosa y los racimos permanecen mojados durante más de 15 horas con temperaturas superiores a 15ºC (circunstancias no tan extrañas en nuestras zonas vitivinícolas).

Mildiu

Otra de las enfermedades que puede aparecer es el mildiu. No es una enfermedad fúngica, pues no está producida por un hongo (de hecho, taxonómicamente está muy alejada de los hongos), sino por un oomiceto (Plasmopara viticola) del reino Protista (los hongos pertenecen al reino Fungi).

Su ataque, que puede afectar a toda la parte aérea, especialmente a hojas y racimos, está fuertemente condicionado a los factores ambientales, existiendo también diferencias en cuanto a la sensibilidad varietal. Se habla de condiciones ideales para su desarrollo cuando ocurren lluvias repetidas con temperaturas entre 20ºC y 25ºC, siendo alto el riesgo si tras una primavera cálida y húmeda acontece un verano caluroso y con precipitaciones frecuentes. A efectos de una vigilancia adecuada, se puede aplicar la regla nemotécnica de los tres dieces: cuando los brotes tengan ya al menos 10 cm de longitud y se den precipitaciones mayores a 10 mm en condiciones de temperatura superior a 10ºC pueden darse los condicionantes para su aparición.

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