El cereal de Castilla y León conserva su potencial productivo, aunque una parte importante presenta algo de retraso respecto a su ciclo, “lo que significa que le quedan muchos riesgos por delante”.
Javier de Sebastián, responsable de Cereal en Anove, señala que una duda que pende sobre el cultivo es que, “pese a ese cierto retraso, el agua caída por el momento ha sido escasa, por lo que el mes de mayo va a ser crítico”.
El lado positivo es que el invierno seco y de temperaturas suaves se ha traducido en una planta con una raíz bien desarrollada, con ahijado y con buena cobertura del suelo. “A partir de ahí, con algo de agua el cereal puede tener un resultado medio, que podría ser alto si todos los factores vinieran de cara”, apunta.
Estos días se prevén temperaturas máximas de 31 e incluso 32 grados, lo que el cereal podrá sobre llevar gracias a la humedad que se conserva de las últimas lluvias, “pero si se encadenan dos semanas de temperaturas altas y ausencia de lluvias, puede traducirse en menores rendimientos”.
El cereal está floreciendo o está recién florecido y ahora debe formarse el grano, que será pequeño se hay un exceso de calor y de radiación.
La planta también puede perder masa foliar, aunque también es cierto que le basta con tener activas las dos o tres hojas superiores.
Situaciones como las generadas por esta ola de calor “dan la razón a las casas de semillas, embarcadas en obtener variedades que aguanten los casos puntuales de estrés que se registran en diferentes momentos del ciclo”, señala el responsable de Anove.
“Gracias a la investigación, lo que se obtiene son plantas con mecanismos de compensación frente a estas situaciones de estrés, además de tener un mayor potencial de rendimiento”, recalca.
