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jueves, marzo 28, 2024
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El regadío tira de la agricultura

La Junta prevé la puesta en marcha de 20.000 hectáreas de nuevas zonas irrigadas, sobre todo en Payuelos y la Armuña. También está prevista la modernización de otras 40.000, entre las que figuran tierras del Canal del Páramo y del Páramo Bajo

El regadío es la punta de lanza de la agricultura castellanoleonesa. En un momento en que la profesionalización del sector es la única fórmula que permite la rentabilidad de las explotaciones, la creación de nuevos regadíos y la modernización de los que están en marcha es una apuesta segura en favor de la mejora de la competitividad y de la renta del sector. Son actuaciones cruciales para la mejora de la competitividad de la actividad agrícola. Implican el aumento y la estabilización de la producción; la mejora de la renta de las explotaciones. Una hectárea de regadío genera un margen neto cuatro veces superior al de la misma superficie en el secano.

Los nuevos regadíos representan una oportunidad para la diversificación de las producciones tradicionales. En su conjunto, el riego favorece la generación de sinergias en el medio rural, ya que la industria agroalimentaria asociada a las producciones de regadío es una fuente fundamental de riqueza, empleo y desarrollo.

El objetivo de la Junta para este mandato, según explicó la consejera de Agricultura y Ganadería en su comparecencia ante las Cortes de Castilla y León, es actuar sobre 60.000 hectáreas irrigadas en el período de programación europea, ya que buena parte de las actuaciones están incluidas en el nuevo Programa de Desarrollo Rural.

Así, se pondrán en marcha 20.000 hectáreas de nuevos regadíos. Destacan las actuaciones en las dos grandes zonas de Interés General del Estado en Castilla y León, como son Payuelos (León) y la Armuña (Salamanca). La Administración regional también tiene previsto trabajar en la finalización de otras actuaciones de interés de la comunidad: el Aranzuelo (Burgos), Valderas (León), Valdavia (Palencia), Rituerto y Añavieja (Soria) y el Esla Carrión.

Además, está prevista la modernización de otras 40.000 hectáreas, entre las que se encuentran la finalización de las actuaciones en las comunidades de regantes del Canal del Páramo y Páramo Bajo en León. Y la realización de las actuaciones que han quedado pendientes como Zorita (Salamanca), Pollos y Castronuño (Valladolid). También se acometerán otras actuaciones en diferentes comunidades de regantes, dependiendo de la disposición de los propios agricultores. Es el caso del Canal de Villares (León), Carrión, Fuentes de Nava y Villalaco (Palencia), el Carracillo (Segovia), el Canal de Inés, Eza y Campillo de Buitrago (Soria), el Canal del Duero (Valladolid), y el Canal de San José (Zamora).

59,4% por aspersión

Según los datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística (INE) el volumen de agua de riego utilizado por las explotaciones agrarias en España durante la campaña de 2012 ascendió a 15.833 hectómetros cúbicos, con un descenso del 3,1% respecto al año anterior. Por técnica de riego, el volumen de agua aplicado a los cultivos mediante goteo (riego localizado) se incrementó un 7,2%. Por su parte, el riego por gravedad disminuyó un 11,5% y el uso de agua de riego por aspersión se redujo un 1,1%.

Las comunidades que más incrementaron el volumen de agua de riego utilizado durante el año 2012 fueron Castilla-La Mancha (21,7%), La Rioja (7,4%) y la región de Murcia (2,3%). Por técnicas de riego, la comunidad autónoma que utilizó más volumen de agua en riego por aspersión fue Castilla y León, región que además ocupó el tercer puesto en el cómputo general de agua utilizada.

El consumo absoluto de Castilla y León supuso el 12,8% del total nacional, con un incremento del 0,4% frente al de 2011. La comunidad castellanoleonesa suministró el 59,4% de su agua por aspersión, el 38% por gravedad y un 2,6% por goteo.

Regar es echar dinero en el campo. Se trata de una inversión imprescindible, pero que es necesario ajustar al máximo para obtener las producciones deseadas sin desperdiciar recursos.

Aquí la planificación juega un papel de primer orden. Una previsión que comienza por elegir el sistema de riego más adecuado según las necesidades que imponen los cultivos, la disponibilidad de agua y el volumen de la explotación.

Así, la aspersión es el sistema mayoritario para las parcelas castellanoleonesas. Las diversas tecnologías para suministrar agua simulando la lluvia -pívot, cobertura, cañón- necesitan un sistema de bombeo a presión sobre el terreno. Sirve para riegos en grandes y pequeñas superficies, y para terrenos de todas las composiciones posibles.

Versatilidad

Se adapta también a la rotación de cultivos y riegos de socorro, dosifica de forma rigurosa los riegos ligeros, permite altos grados de automatización y posibilita el reparto de fertilizantes y tratamientos fitosanitarios, así como la lucha antihelada. Es un método eficaz para evitar el lavado de sales al originar un movimiento de agua en el suelo en subsaturación, obligándola a circular por los poros más pequeños del terreno.

En su contra tiene el efecto sobre enfermedades y plagas por las interferencias en los tratamientos, debido al lavado de fitosanitarios, además de los problemas de sanidad en la parte aérea del cereal y mala uniformidad de riego por los vientos. En el capítulo económico los mayores inconvenientes se centran en las altas inversiones iniciales y elevados costos de mantenimiento y funcionamiento (energía). Los fuertes vientos, las pendientes excesivas y el riego bajo o sobre los árboles dificultan el riego por aspersión.

Goteo: directo a cada planta

Por su parte, el goteo gana terreno cada campaña en los cultivos extensivos. Requiere buena calidad del agua para evitar obturaciones de emisores y, generalmente, instalarlo y guardarlo cada año. El goteo permite una utilización óptima de agua y abonos. Mantiene la humedad que precisa cada planta en el entorno de la raíz. Utiliza bajas presiones, es de gran eficacia (95%), y reduce las pérdidas por evapotranspiración. Es una fórmula ideal para la fertirrigación. Con el goteo enterrado se disminuye aún más la evaporación, y se mitiga la aparición de malas hierbas al no mojar la superficie del terreno.

Aunque las superficies irrigadas por goteo crecen año a año (el maíz es un buen ejemplo), en su contra tiene el coste superior respecto a otros métodos, el riesgo de obturación de los emisores y las limitaciones para utilizar maquinaria en la parcela.

Pívot: grandes superficies

Si las rotaciones son siempre de regadío hay que pensar en sistemas que hagan el trabajo más eficaz y llevadero, en los que no haya que cambiar manualmente las posturas durante el riego nocturno, que permitan la fertirrigación y unos consumos ajustados tanto de agua como de energía. Este es el caso de los pívots y de las coberturas totales enterradas.

El pívot puede ser más eficiente que la cobertura total o el cañón, si el tamaño de la parcela y la falta de obstáculos hacen posible la instalación. La cobertura total requiere más mano de obra para poner y quitar los aspersores y, además, hay que cambiar los sectores de riego.

Los pívots han evolucionado notablemente. Atendiendo a su movimiento podemos diferenciar entre pívot circular, lineal o lateral, multicentro o trasladable y los de tipo córner o de brazo extensible, según enumeran en iRiego. Proporcionan gran uniformidad del riego (90%) y menor vulnerabilidad al viento. A partir de cierta superficie es económicamente más rentable. En el debe, que los tiempos de riego son largos, los mantenimientos son costosos y hay fertilizantes que dañan el material de algunos pívots.

La cobertura enterrada minimiza la mano de obra una vez instalada. Permite el uso de programadores, posibilitan el riego por sectores según sea necesario. Se adapta bien al terreno y cultivos, dosifica el agua con precisión, permite la fertirrigación y es de un mantenimiento sencillo y barato. Como contrapartida, la cobertura enterrada supone la existencia en la finca de obstáculos y el viento incide en la uniformidad de la aplicación del agua.

Cañón: mucha movilidad

Para riegos esporádicos, de apoyo, se puede optar por inversiones moderadas como la cobertura móvil o el cañón de riego o enrollador. El cañón no se lleva bien con el viento, un elemento que le afecta más que a otros sistemas. Sobre todo si se trata de regar cultivos altos, que resultan aplanados por la concentración de gotas. Además, se producen escorrentías en el terreno. Requiere una elevada presión de funcionamiento, muchas horas en la parcela, y baja uniformidad de riego.

La principal ventaja del cañón es su gran movilidad, el precio por hectárea es relativamente bajo y necesita poca mano de obra. Son buenos argumentos para quien no quiere hacer grandes inversiones, ni complicarse la vida con grandes infraestructuras.

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