En lo agronómico las lluvias de otoño y de invierno ayudaron a recuperar vegetación así como la primavera, creación algún problema de oídio y de mildiu en el viñedo.
Son fuertes los ataques de yesca y otros hongos de la madera. En lo económico estamos con la incertidumbre de cómo haríamos la vendimia manual, qué bodegas comprarían la producción y qué precios tendrían las uvas.
Respecto a las ayudas, cuando los organismos toman unas medidas desde los despachos sin contar con los realmente interesados, lo hacen para quienes menos lo necesitan. Por eso, los pequeños viticultores hicimos números, consideramos que tendríamos pérdidas y un 90% jugamos a vendimiar y aceptar el precio que imponían las grandes bodegas.
El campo no es una industria en la que se invierten años si se tienen ventas o no. Llega la poda y hay que hacerla, hay también que hacer labores, tratamientos, mirar al cielo si llueve, si hiela, si hay plagas o enfermedades… y todo eso sin saber si tendremos producción, venta, a qué precio y cuántos serán los retos. Pero todo eso hay que hacerlo sí o sí.
Mi opinión es que la covid-19 no terminará en muchos años. En cuanto en lo económico, la caída del consumo de vino y la posible merma de las exportaciones supone que las bodegas hagan también menos vino. Y el vino se hace de la uva, con lo cual la incertidumbre sobre que si lo que produzcamos lo venderemos es difícil de resolver.
Por eso, deseo que brindemos y disfrutemos de nuestros vinos durante todo 2021. Y que mejore para todos.
Balance 2020, Abdón Segovia (Viticultor)
