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Señales positivas para un campo que no puede ser pesimista

Algunas de las jornadas técnicas celebradas recientemente en Castilla y León han vuelto a demostrar que la agricultura posee un corazón que late con fuerza. Cabría mencionar varias de ellas, pero baste referirse a la quinta edición de la Jornada Técnica de la Patata celebrada en El Carpio (Valladolid) y a la presentación que la compañía BASF ha ofrecido de su fungicida para cereal Priaxor Pack.

La elevada asistencia de profesionales a ambas citas demuestra el interés que suscitan en el agricultor las novedades que surgen de forma permanente en materia agronómica, tecnológica o normativa. Unas inquietudes que no se explican solo por la natural tendencia a mejorar en el trabajo de cada uno; obedecen también al apego por una profesión que es al mismo actividad empresarial, defensa del medio ambiente e interés por mantener un paisaje y un estilo de vida.

Es cierto que los precios siguen sin acompañar en el cereal y en cultivos como el maíz, pero también es verdad que se palpa cierto optimismo cuando se van acercando las siembras de la patata y la remolacha. Respeto a la primera existe una agradable resaca de los buenos precios que con carácter general se consiguieron en la última campaña; en relación con la segunda podemos ya afirmar que han calado los mensajes positivos, que llaman a apostar por un cultivo que estaba encorsetado, y no protegido, por el sistema de cuotas.

La feria Agraria, que se celebra en Valladolid del 8 al 11 de este mes, va a ser una buena ocasión para tomar el pulso al campo. Para verificar si existe ese aire de optimismo y si este se transforma en operaciones comerciales dentro de un sector, el de la maquinaria, fundamental en el camino de conseguir una agricultura eficiente. Van a ser cuatro días de ponerse al día en novedades tecnológicas, pero también cuatro días de convivencia y de puesta en común entre productores de zonas muy dispares de Portugal y de España, y de más allá.

Y mientras tanto el agua de lluvia ha vuelto a mojar nuestros campos. Quizá sea pronto para hacer balance sobre las cantidades caídas y su efecto sobre un cereal que pedía humedad a gritos, pero está claro que el agua le ha venido muy bien al cultivo y que por fin se pueden generalizar labores como el abonado de cobertera.

Editorial de CAMPO 42. Febrero de 2017

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